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Acompañame como el mar, caminando por la orilla en una mañana tranquila, 
sobre la brisa que me envuelve a que respire fe,
mientras los rayos decodifican las resignaciones universales. 
Y mirá el sol, que tiene que ver con moldear el futuro en el presente, 
en las agujas del tiempo que pinchan reacción. 

Quizás encuentre en el deseo caracol, 
el momento intacto donde se rozan
nuestros codos o nuestros labios 
y en el mejor de los casos perdidos, 
la bienaventuranza de la profundidad de los cuerpos. 

Se escapan como la arena que cae por el médano, 
las palabras que dejaron todo lo dicho 
y en la multiplicidad de las expectativas, 
una ola que viene enredando tu nombre hacia esta dirección. 

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