Con sabor a choripan

Cuando entro a estos lugares, comienzo a observar que todo el mundo hace cosas muchísimas mas interesantes a las que yo hago,mientras me voy perdiendo en mi propio mundo interior.
La cerveza se va calentando y no me pasa como en la propaganda: nadie se acerca, la música no es la misma ni la que a mi me gustaría. Encima no tengo plata para, al menos, repetir otra cerveza.
Además el mozo estuvo cinco horas para venderme la primera, atendió a todos antes que a mí, atendió a la milipili con calzas animal print, al viejo duro que siempre pide Johnny Walker, al fisicoculturista con un jopito lleno de gel pidiendo un champagne con speed, al bailarín agitado que se baila  todo en  la barra, a la representante de un grupo de amigues que tiene que acordarse de veinte tragos.
Yo ahí, igual, en la misma posición. Estático. Repitiéndome que en cinco minutos me voy. Mirando mil veces el reloj, sin prestar atención a la hora. Para que mierda vine, si me gasté toda la guita de la semana. ¡ya fue! me voy.

“Y apareciste tu y apareciste tu…” sonaba de fondue y la crucé yendome.
Me acerque resignado, no esperando respuesta y en forma de poesía me salieron estas palabras:

Corazón al fin te encontré
Yo que resignado me iba
Al fin te encontré
Cabeza loca la que desespera
Y no sabe esperar
Más yo comprobé en esta historia
Que esperando se puede ganar
No perdamos más tiempo.
Y abandonemos este lugar. 

Reaccionó con una risa burlona, se acercó a la barra, pidió un trago que se lo dieron en tiempo récord y en un abrir y cerrar de ojos se instaló para siempre a bailar.
Yo después de chocarme una mesa, me fui del bar. 

Directo hacia la esquina a comer un choripán.



Escrito no se sabe cuando ni como con Poti.