Gorrión

Me quedan las poesías, mi escape o la rutina preferida.
Sangra el pecho del gorrión, que esta inquieto
y me inspira libertad.
A borrar lo que fueron esas últimas horas,
estar desnudos en verano y abrazar el frío polar.
A lo mejor, lo peor es lo mejor,
esa explosión trajo palabras que voy a sepultar.
Me quedan tiempos,
la mentira de los reyes o el amor en el infierno.
Las hojas en blanco calmando el sudor del lapicero,
ya no tiemblo, te regalo una oración.
Me queda suerte, buena o mala no lo sé,
si la suerte es el destino de los caminos elegidos,
me despido y te compro otro adiós.
Todavía tengo sueño y me quedan otras historias,
hay mas vino en la memoria
y es el que no pude destapar.
Me quedan promesas que jamás voy a cumplir.
El antiguo es el nuevo que siempre algo enseñará.
Mirando esta iglesia me entretengo un rato,
el de la espera o el de la siesta,
el del viaje placentero.
Me quedan razones para seguir en la vigilia,
la del alma rota que castiga,
lo impensado llevado al acto.
Solo el sueño en su despedida
y los besos que mendiga.
Tengo una mañana mirando por la ventana,
entra el frío y me río, pensando en lo que queda,
de un cerebro hecho un desastre por tanta sangre derramada.

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