El precio de la libertad es la soledad

"¿Será posible cambiar este estado de humedad y cielo naranja, che?". Fue un pensamiento en voz alta. Asomaba mi cabeza de la ventana, y acto seguido insulté al mismo clima. Y al mismo mundo, para ser más general. Es que con todo eso ahí arriba y el malhumor que eso implicaba, no cabía otro pensamiento, al menos, esa noche, ahí, ese cielo. Lo que había sido una pregunta, se tornó una esperanza y una posibilidad al ver el cielo abrirse paso hacia un azul oscuro entre las nubes. Pero se volvía a cubrir. Y al mismo tiempo se cubría algo en mí, aunque faltaba bastante para llegar al fondo de esa cuestión. No podía seguir ahí, mirando como el cielo cambia de color y como se rompe esa ilusión de encontrar una sonrisa entre las formas de las nubes. Y la noche explica, en parte, ese desencuentro. Porque, claro está, mi visión reducida, un mareo constante y la oscuridad propia de ese momento nocturno, fueron groseros factores desencadenantes de ésta pérdida. Resulta que de día era igual; ese vacío que la presión de mis ojos no podía llenar. Sólo una vez, en madrugada, haciéndole frente a mi propio estado y a mis propias palabras, pude ver algo similar pero fué reinante desconcierto al ver que buscaba lo que ya no quería encontrar. Fué esa vez. Del desconcierto al vacío. Y después, nada. Porque nada hay después de ese vacío. Estaba igual de claro. Las inclemencias del tiempo ya no resultaban un problema, al menos no uno grave. "¿Será posible levantar la cabeza y ver el sol brillar, che?". Ésta vez fué un deseo. No ya un pensamiento, ni mucho menos un insulto. Lo que ésta vez hubo, fué una respuesta, casi implícita, de lo lejos, que se empecinó en contestar mis preguntas, que hasta el momento creí retóricas. `Si no fuera por este temblor acusante y constante, y esta capa de confusión y heridas que se me atravesó en el cuerpo, quizá pueda ver el sol, al menos, el cielo; quizás puedas comprender que es un nuevo día que el tiempo perdido, mal o bien, perdido está.´ ¿De donde salió tanto valor para asumir tan cruel verdad? Yo tendía a reírme, a creer que sólo fué un mal viaje. Pero se desnudaron verdades, lo que en otro momento fué ocultado por ésas mismas manos; justo esa voz cayó ese día, y si no fuera por escucharla, tal vez no lo pude haber creído. Pero admitiendo tantas verdades juntas, también hay espacio para el consuelo, el "yo creo": el cielo siempre es azul, resulta que no siempre se ve igual. Es suficiente con que en esa voz haya aparecido tu nombre, para peor, esa luz que no brilla en la oscuridad, pero si hace ruido en la oscuridad del alma, de la mente, rompe abismos hacia ambos lados. ¿Y uno como puede contra eso?. "¿Será posible que, si no vemos el color del cielo, el cielo nos vea acá sin color, creyendo que va a amanecer?" Nadie contestó. Tres besos y me fui.



Hoy escribe los breves tiempos raros, el gran granhugo, conocido desde los tiempos mas raros valga la redundancia.

2 comentarios:

  1. Que grande Broken, imagino que ese estado del cielo puede ser realmente comparable con el de hace unos días y mirando lo de ahora, puede ser que no se vaya nunca. Recuerdo que lo escribí con mucho desconcierto, allá en 44 todavía y fué enteramente dedicado a esa persona de los 3 besos y la que contestaba mis preguntas sin preguntar nada. Gracias por subirlo, por compartirlo, por ser éste un breve tiempo raro que lo único refutable podría ser lo de breve (hace unos cuantos años que los tiempos son raros). Espero pronto poder pasarte alguna otra cosa, nueva o vieja. Por ahí nos veremos, cruzando el boulevard.

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  2. que buen lugar que hiciste nico! voy a venir mas a seguido a este blog.

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